El Padre, el goce y el superyó en el siglo XXI
Tomás Verger
Partiré de la primera clase de “Aún”, donde Lacan nos dice lo siguiente: “…Asomo aquí la reserva que implica el campo del derecho-al-goce. El derecho no es el deber. Nada obliga a nadie a gozar, salvo el superyó. El superyó es el imperativo del goce: ¡Goza!…”. (1) Es posible leer una modificación con respecto al planteo freudiano. Podemos leer, el superyó en Freud, como una instancia que daría lugar a una cierta regulación de lo pulsional. La misma, a su vez, no deja tener relación con el padre. No podemos desconocer el vínculo entre el superyó y la función paterna.
La metáfora paterna, formulación lacaniana, sintetiza el Edipo freudiano, la regulación que implicaría el complejo de Edipo. Lo que se desprende de esta articulación es un cierto ordenamiento.
Sin embargo, “¿qué dice este padre en el ocaso del Edipo? Dice lo que dice el superyó. No por nada aún no lo abordé nunca verdaderamente. Lo que dice el superyó es ¡Goza!”. (2) Esta referencia es muy interesante ya que allí donde se pesquisa un declive de lo simbólico, lo que tiene lugar es el goce. Marie-Hélène Brousse aclara que el superyó vuelve al padre y se trata del “padre del goce”. (3)
Estamos en una época en donde la regulación ha claramente mermado y los consumos de los objetos producidos por la tecnociencia revelan, algo del orden de lo femenino. Frente a la decadencia de lo simbólico, el imperativo de goce se hace cada vez más presente, la voz que exige goce, ya no se presenta al modo de imperativos interrumpidos como lo anunciaba Lacan en “La voz de Yahvé” en el Seminario 10. (4) ¿Qué relación existe entre este Padre y esta forma de gozar? ¿Qué conexiones pueden establecerse entre el Padre y el goce femenino?
Lacan concluye “El prefacio a El despertar de la primavera” de la siguiente manera: “La mujer como versión del Padre [Père] solo se ilustraría como Per-versión [Père-version]. Cómo saber si, como lo formula Robert Graves, el Padre mismo, nuestro padre eterno, el de todos, no es sino Nombre entre otros de la Diosa blanca, la que en su decir se pierde en la noche de los tiempos, por ser la Diferente, la Otra por siempre en su goce –tales esas formas de infinito cuya enumeración no comenzamos sino al saber que es ella la que nos suspenderá a nosotros-.” (5) De algún modo podemos leer una vinculación entre el Padre y lo femenino, pero ¿de qué Padre se trata?
Isabelle Durand, en su libro “El superyó, femenino”, plantea cierta similitud en la estructura propia del capricho y el imperativo categórico. Lo hace retomando a Lacan en “Kant con Sade”. Ella nos dice “ambos son incondicionales, y por lo tanto absolutos”. (6) Para agregar una referencia más para tener en cuenta, Harold Bloom en “Jesús y Yahvé. Los nombres divinos” da cuenta de la figura de Yahvé calificándolo como omnipotente, sorprendentemente ansioso, irascible. Lo caracteriza como caprichoso y a su vez, cuando retoma la pregunta “¿En qué consiste ser el Padre?”, cita “The God of Old” de James Kugel para denominar “inexorable” el carácter de Yahvé. (7)
Como sostiene Marie-Hélène Brousse, en nuestra época los padres dicen cada vez más que sí y por ende se refuerza cada vez más la voz del superyó. El superyó viene allí donde falta el poder de nombrar atribuido a la autoridad. Es interesante añadir que actualmente lo simbólico puede leerse como potencia de desorden, “lo simbólico desarregla”, para retomar una expresión de Esthela Solano que Miller emplea. En la clase “El desorden simbólico” sostiene que ha tenido lugar una sustitución de lo social por el cuerpo. (8) Esto no es sin consecuencias para la práctica del psicoanálisis. En una época por demás obscena en donde el horror vela el horror, ¿qué lugar para el analista? Sabemos que es imposible un reverdecimiento de los significantes de la tradición, pero es preciso que se responda con una alternativa posible a estas formas de goce desbocadas de nuestro siglo. Concluyo con una cita de Eric Laurent en “Psicoanálisis y Salud Mental” y un nuevo interrogante: “La ley no lleva al ideal sino a lo real”. (9) ¿Hacia dónde nos dirigimos?
- Lacan, J. (2012), El Seminario. Libro 20: “Aún.” Bs. As. Paidós.
- Lacan, J. (2009), El Seminario. Libro 18: “De un discurso que no fuese del semblante.” Bs. As. Paidós.
- Brousse, M.H. (2013), “El superyó: del Ideal hacia el objeto. Perspectivas políticas, clínicas y éticas.” Córdoba. Colección Grulla.
- Lacan, J. (2010), El Seminario. Libro 10: “La angustia.” Bs. As. Paidós.
- Lacan, J. (2012), Otros escritos. “Prefacio a El despertar de la primavera.” As. Paidós.
- Durand, I. (2014), “El superyó, femenino. Las afinidades entre el superyó y el goce femenino.” Bs. As. Tres Haches.
- Bloom, H. (2006), “Jesús y Yahvé. Los nombres divinos.” As. Taurus.
- Miller, J.-A. (2013), “El lugar y el lazo.” Bs. As. Paidós.
- Laurent, E. (2000), “Psicoanálisis y Salud Mental. El psicoanalista, el ámbito de las instituciones de Salud Mental y sus reglas.” As. Tres Haches.
*Tomas Verger (Participante de la EOL Seccion Rosario) Trabajo presentado en las Mesas Simultáneas de las XVI Jornadas Anuales EOL Rosario Año 2014: “Nuevos cuerpos. Nuevas satisfacciones. Respuestas del psicoanálisis”