El Psicoanalista en la Institución Entre embrollos, normas, singularidades

por Ana Simonetti
La semana pasada salió en el diario Página 12 (25/6/2015), una breve entrevista que me realizó Marcela Errecondo, directora de la EOL Rosario.
El título que propuse, de extremo pragmatismo y simplicidad: “El psicoanalista en las instituciones de Salud Mental”. Pero la entrevista fue publicada con otro: Un intérprete de las complejidades. Me interesó entonces tomar lo que el lector avezado subraya, extrae para titular.
Además, a modo de epígrafe coloca un párrafo que tomé para iniciar y orientar mi respuesta.
Se trata de un Escrito de Jacques Lacan, de 1953, siempre vigente, “Función y campo de la palabra y el lenguaje” donde nos precisa el hacer del psicoanalista: “…la obra humana de todas las que se proponen en el siglo…la más alta….mediadora entre el hombre de las preocupaciones y el sujeto del saber…” lo que nos implica como psicoanalistas: que como tales surgimos de la propia experiencia analítica, clave de su formación que es continua, por más experimentado que se considere. El psicoanalista produce un lazo, instala un lazo con su práctica que requiere de cierta ascesis subjetiva, por lo que “…mejor que renuncie quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de su época…”, es decir, el psicoanalista con su oferta genera una demanda que implica prestarse a ser referencia para otras vidas “…que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra”- que adquiera la ductilidad- “…en la obra continuada de la Babel y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes…” Hasta aquí la cita. Entonces está ubicado el psicoanalista como exterior en relación a otros discursos, la ciencia, la religión, el esoterismo, etc…
Entonces, intérprete, esta lectura del lector avezado, sí, efectivamente intérprete de la discordia entre los hombres.
Y constatamos este lugar que confiere también lo social desde siempre al psicoanalista. Recuerdo aquí la carta de Einstein a Freud, para pedirle su lectura de porqué la guerra.
Y recordemos a Freud en otros artículos, «Psicología de las masas y análisis del yo», «El malestar en la cultura»
Por otro lado, Lacan tuvo esa posición de adelantar interpretaciones de las épocas por venir, «Radiofonía», «Televisión» Contemporáneo de estos textos, el Seminario 17, «El reverso del psicoanálisis», dictado en pleno mayo francés (1969/70), donde inventa, con cuatro letras que las hace girar, cuatro discursos: el amo, el universitario, el histérico, el analítico, discursos que fueron su intento de representar esos lenguajes, esa Babel si queremos, y que podemos considerar su interpretación de lo social fragmentado.
Hoy leemos esos discursos y constatamos que hay por fuera de ellos, otros. Considero que a contrapelo del conservadorismo y la hegemonía como principios rectores en el siglo pasado, la caída del muro de Berlín produjo, entre otras consecuencias, un resurgimiento, una renovación de la reivindicación de los derechos del hombre- que es fundamento de leyes, en particular las de Salud Mental en nuestro país. En la última parte del siglo, se incluyó un derecho, se empuja a hacerlo predominar, el derecho del hombre a gozar.
Cuando digo que Lacan anunció el porvenir de la civilización, es justamente en «Radiofonía» donde nos propone considerar cómo venciendo a los ideales, se verá el ascenso al cenit social del objeto a, es decir, cómo dominan al hombre los objetos de consumo, los Gadget como les dicen. Nuestra época.
Sygmun Bauman en su Conferencia “La civilización freudiana revisitada o ¿qué se supone que ocurrió con el principio de realidad?”(Bauman-Dessal, en “El retorno del péndulo”) , él indica que la sociedad actual moldea a sus miembros en la práctica de “las virtudes del consumidor” al punto que políticos y gobernantes en situaciones económicas críticas de sus Estados, depositan sus esperanzas en cambios que hagan que los consumidores compren y gasten más: “Los parias contemporáneos ya no son quienes rehúsan o no logran contribuir a los esfuerzos productivos, sino quienes fracasan en sus deberes de consumidores y quedan fuera del juego de las compras”.
Entonces, esa potencia del mercado de los objetos que domina al hombre, y el derecho a gozar, también ha producido una variedad y diversidad de estilos de vida, de modos de goce que se evidencian constatando que en la sociedad domina lo múltiple. Al menos en nuestras sociedades occidentales democráticas.
Constatamos también cómo la pérdida del poder de lo simbólico nos presenta a los sujetos que nos demandan atención, que al no contar con la ilusión del padre que es techo, que es protector, vienen con su desamparo estructural bajo diversas formas. Entre otras, la pérdida de la seguridad, siendo la inseguridad ciudadana una de ellas como reclamo colectivo.
Esto nos confronta a los psicoanalistas a responder a la altura de las demandas actuales, de las angustias de la época.
Decía también en la entrevista que esos cambios de la época, no sólo están fuera de los muros de cualquier institución- paradigma, las educativas- están dentro, por cierto, están dentro no sólo en aquellos a quienes se dirige la práctica de cada institución, los enseñandos del ejemplo, también en quienes las ejercen, los enseñantes. Esto implica una reconfiguración en las instituciones de todo tipo, una reubicación de las coordenadas, de los pilares y debemos considerar si de los fundamentos…digo esto porque me he preguntado, ¿cuál es la solución? ¿Que retorne el padre, el líder? ¿Que se tomen más y más medidas de restricción? Tenemos que saber los psicoanalistas, que en la OL no vamos al contrario de los cambios, que sí debemos tomar las vías de soluciones posibles. ¿Qué hace autoridad hoy?
Estas nuevas configuraciones, determinan muchos enredos diversos en las instituciones.
Mi práctica la inicié en una institución monovalente de SM, en la época de la dictadura. Formé parte de los que trabajamos en contra del manicomio, de la cronicidad, del encierro. Y por supuesto, en contra de las prácticas asistenciales como el electroshock…
Hoy no estamos en ese tiempo, estamos con los enredos que generan el ejercicio de los derechos de los pacientes y lo que los asistentes consideran mejor para su bienestar. Al mismo tiempo, los resguardos que éstos toman. ¿Por qué? Agregamos a esta lectura lo que implican las normas institucionales, los derechos de los trabajadores, las leyes y sus bordes.
Quiero agregar entonces el otro punto que va más allá del psicoanalista intérprete. Es necesario que sea intérprete, pero estar a la altura de la época quiere decir también, cómo accionar. Lo que llamamos la acción lacaniana.
Eric Laurent inventa una figura para ese analista al que llama analista ciudadano, el que encuentra que hay intereses comunes entre el psicoanálisis, su discurso y la democracia. Se hace partícipe de la vida democrática, sensible a las formas de segregación. La posición de vacío de saber del discurso analítico debe usarlo con lo que él llama decir silencioso, lo que es una posición activa en tanto está atento a las densidades imaginarias que tiene todo grupo.
¿Qué digo con enredos? Lacan ha considerado al individuo en términos topológicos, algo muy importante en los finales de su enseñanza. Lo ha considerado un anudamiento de imaginario, simbólico, real. El hombre tiene tres dimensiones; podemos tomar una figura moderna y decir, somos en 3D. Pero esas 3 dimensiones se anudan de modo singular en cada uno y eso resulta consecuencia de cómo el lenguaje ha marcado cada cuerpo, cómo eso ha impactado, cómo ha traumatizado el cuerpo. Es decir, el impacto de la lengua en el viviente. Y eso mismo se ha combinado, podría decirlo así, con otra consecuencia que es, cómo la función del padre, representante del orden simbólico, ha realizado su “misión” de ofrecer al hijo un saber y un modo de gozar. Un saber de cómo arreglárselas con el mundo, cómo negociar la vida, cómo humanizar el goce y tramitarlo con el deseo.
Cuando esto no se realiza tenemos la psicosis y en la actualidad, las variaciones diversas de lo que llamamos en la OL las psicosis ordinarias.
(Ej. ¿cómo un viviente entra en el mundo?, bebés dejados en la calle de modo frecuente, ¿nos preguntamos qué consecuencias?)
Bien, ese arreglárselas con el mundo, es para cada humano también arreglárselas con la ley, con las normas que tiene una sociedad. ¿Por qué son tan importantes los logros en el mundo de los movimientos para la legalización de los vínculos de personas del mismo sexo? La marginación de esos lazos implica no contar con los derechos propios de cualquier individuo. (Lo que recientemente se difundió acerca de la legalización de estos lazos en EUA. Se hablaba del triunfo del amor).
Más que el triunfo del amor, es el triunfo de la reivindicación de un derecho que humaniza los lazos, ya que además de sacarlos de la oscuridad, del rechazo, de la marginación, se trata de reducir las diferencias sociales. La ley introduce un orden, y eso regula cómo arreglárselas con lo social. Eso es un orden simbólico.
Entonces, en las instituciones del Estado y en las privadas, cada individuo se presenta según cómo eso ha resultado en el arreglo de su vida. Y cada institución tiene sus normas más o menos elásticas, más o menos trasgresibles y /o transgredidas. Lacan en el Seminario 7 opone la falsa universalidad de las normas en tanto lo que hace ley para cada uno hace a cierto fracaso.
La destitución marcada del Otro absoluto, deja a los individuos más sueltos y sujetos a su propio goce autoerótico, lo que lleva a que los Estados a crear cada vez más dispositivos que aseguren un discurso universal sólido, que no hace más que recrear la falsa perspectiva de normas universalmente válidas.
Tenemos por un lado lo que hace lo singular de cada uno, esa respuesta que cada viviente produjo al traumatismo inaugural (Lacan designó a este como el 4º lazo que anuda, sinthome) y cómo eso se adecua, se anuda a lo que es el orden simbólico. Esto dicho simplemente es de una alta complejidad por sus variaciones individuales.
El lazo que cada uno hace en una institución tiene estas dimensiones: la cara simbólica/imaginaria, la que comunica, la que demanda, la que está en los enunciados, en el semblante, y la que va con el hacer, en el modo; ejemplo: decía ayer una analizante cómo en su lugar de trabajo, una institución de salud, le dice un enfermero, a ella que es médica, “la complicada”, y ella entiende que no lo es, que lo era, pero que ha cambiado mucho y ya no lo es, pero reacciona ante este calificativo, “tengo que defenderme, convencerlo de que yo tengo razón”. Cuántas historias ocurren a diario en cualquier ámbito, de este tipo, y claro, a la discordancia entre este I/S y lo singular de la sujeto que es la que siempre tiene la razón, la investidura médica le da una defensa y un derecho propio de la tradición, etc. ¿Quién o qué contiene la situación y que eso no pase de ese plano de palabras, de ese malestar, y que cada uno de vuelta a su trabajo? La adecuación que cada uno tiene a las normas de convivir, a cómo cada uno encuentra qué negociar, cómo hacerlo en lo social. Esos son enredos. Diversos, constantes, y esas razones, esos imaginarios/ simbólicos enredan y requieren de mediaciones muchas veces.
Otra analizante, escena con un colega, profesor, que le gritaba, la injuriaba…de los presentes en la reunión nadie interviene porque “él es así”, ¿qué ocurrió? Otra respuesta, el impacto en el cuerpo de esa agresividad, le produjo aumento de la T/A, y la salida que ella encuentra es presentar una nota al gremio, que quede constancia escrita de lo ocurrido.
Bien. Qué tiene que ver un psicoanalista con todo esto.
En primer lugar, en estos casos, recibe estas demandas en un psicoanálisis.
Pero en la institución. Un analista que se forma, que se prepara en su propia experiencia analítica para dirimir las cuestiones del sufrimiento subjetivo, en una institución que ocurre eso, a la vez debe arreglárselas con los modos que cada disciplina así como las autoridades de turno tienen de lo que es el servicio que presta esa institución. Son instituciones para todos, y quienes las gobiernan, quieren responder a todos como las leyes, entonces se espera que haya respuestas universales. Y el psicoanalista debe poder trasmitir que su oferta es en relación a uno por uno y que debemos desconfiar de la masificación por identificación.
El psicoanalista debe encontrar la manera de argumentar, trasmitir, y responder para que el Otro capte que su hacer es serio, que hace serie y que da respuesta. Pero también cómo si bien adecuarse a la ley es para todos, trata de hacer saber y operar para lograr no la adaptación de cada uno a la norma, sino la forma en que cada uno puede tramitar su singularidad enlazándola dentro de lo posible a los otros, aproximándose a los bordes, captando las diferencias, los vericuetos inventivos posibles para que eso se haga con consecuencias vivibles para todos, más o menos consensuados.
Porqué insisto con la formación del psicoanalista, con su experiencia analítica propia, con el control de casos, con el estudio de los textos y que no ocurre en la universidad tal como ya Freud lo anunció. Disposición a la contingencia, sentido de la oportunidad, capacidad de discernimiento. Eso le es trasmitido en su propia experiencia analítica.
Y espacios como el que tendremos mañana, de conversar de la clínica, es un privilegio de trabajo entre psicoanalistas en la Escuela, para hacer de nuestra práctica un campo de reflexión y que agrega, caso por caso, práctica por práctica lo que nos permite la OL, hacer avanzar el psicoanálisis. Contamos con que la práctica precede a la teoría, no sin que la doctrina que precede le de fundamentos.
* Ana Simonetti (AME EOL Sección Córdoba y AMP). Conferencia dictada el 3 de Julio de 2015 en la EOL Sección Rosari.