Tiempos Violentos. Cuerpos y palabras en psicoanálisis

Sábado 3 de Octubre de 2015 – Rosario

Argumento

La historia y nuestra época nos van mostrando que la humanidad  a cambiando en sus formas de vida, de expresión, en la manifestación de sus producciones y en sus relaciones sociales.

Hoy la violencia se experimenta de muchas maneras, de lo verbal hasta perder la vida en cualquier sitio, más allá de las protecciones que se demandan, que siempre están en déficit ante la ley o ante el Estado. La subjetividad está afectada por fenómenos de violencia y determinada por ella, emergiendo como un significante “Amo” que se impone en el lazo social. Los medios de comunicación de todo tipo dan cuenta de ello, donde el horror es convertido en espectáculo y en fenómeno cotidiano con matanzas y atentados, crímenes extremos, violencia ejercida sobre niños, femicidios y violencia contra la mujer, vejámenes y privaciones infligidos al loco, al enfermo, al adicto o al acusado, ya sea fuera o dentro de las instituciones.

 

Es esta época de la violencia, donde ésta se convierte en síntoma contemporáneo para ser estudiado en distintas coordenadas y por distintos discursos. Desde el Psicoanálisis de orientación Lacaniana debemos interrogarlos para explicar cuál es la estructura de la violencia y que subjetividad están implicadas, más allá de los fenómenos y de las posibles causas que pueden ser comprendidas ya sea por las primeras necesidades, por el hambre, por la segregación de clases, etc. Ya sabemos de las grandes expresiones de las violencias en la guerra y la historia, donde el nazismo aparece como precursor de las grandes expresiones de violencia y segregación a nivel internacional.

El psicoanálisis tiene mucho que decir y ha elaborado distintos momentos conceptuales, clínicos y culturales: desde la teoría traumática, pasando por el fantasma inconsciente, hasta el troumatisme

del significante en el cuerpo. Desde la normalización de la ley del padre al crimen primordial y al malestar en la cultura. Desde la agresividad del Estadio del Espejo al goce del cuerpo. Del kakon al pasaje al acto. Del tirano a la ética del psicoanálisis. De la ignorancia a la reducción del sujeto a objeto de la violencia. Del racismo de los discursos a los efectos segregativos de la concentración política y económica. Del ascenso al cénit del objeto a al extravío de nuestro goce.

 

Frente a la promoción actual del lugar de la víctima como posición de privilegio[1], con derechos pero en apariencia sin responsabilidad, Freud ha señalado la responsabilidad extendida hasta el contenido de los sueños.

Lacan ha indicado que la posición del analista excluye la ternura del “alma bella”, planteando que “(…) de nuestra posición de sujeto somos siempre responsables, llamen eso terrorismo donde quieran”.[2].

Jacques-Alain Miller a su vez precisa la distinción entre la ternura de los terroristas, identificados con un ángel (aun cuando se trate de un ángel exterminador, como el de la anoréxica) de la posición del canalla a nivel de la política. [3].

 

La violencia se ejerce y padece como goce en el cuerpo singular, pero sólo podemos orientarnos por el Otro. No sabemos lo que es el goce con el que podríamos orientarnos, sólo sabemos rechazar el goce de Otro, como nos advierte Eric Laurent. [4

Si la multiplicidad de goces que fragmentan el lazo social se traducen en el reclamo de un Uno que sólo aspira a homogeneizar e integrar a toda costa [5] (sea a través de la identificación a un rasgo del líder, a una idea, o reunidos por el odio al extranjero) sabemos que lo expulsado retornará como segregación y violencia desenfrenada.

Algunos piensan que la violencia en las instituciones, en las escuelas, contra los niños, contra las mujeres, aparecen como epidemias y que estas son contagiadas por identificaciones y si no son bien tratadas aumenta la epidemia.[6].

 

La enseñanza de Lacan nos dirá que el deseo del otro determina las identificaciones pero que estas no se satisfacen en la pulsión [7].

Sería muy productivo estudiar si hay una alianza nueva entre identificación y la pulsión, especialmente la pulsión agresiva, donde no se trataría de la sublimación[8].

A esto, J.A. Miller lo ejemplifica con la problemática de las escenas de decapitación prodigadas por el Estado Islámico, a través del mundo entero.

Hay que estudiar para orientarnos en nuestra práctica que es lo que está en el régimen del principio del placer o qué es lo que está más allá. Con esto aportaremos una elaboración y una distinción clara entre la relación principio del placer- y el más allá, o sea el goce. Ese goce que afecta a los cuerpos sobrepasando las leyes y la función del lenguaje y de la palabra.

 

Distinguiremos qué relación hay o no hay entre agresividad constitutiva y violencia como destructiva. Hay que examinar el desorden, la fugacidad, la desarticulación que produce la violencia en el lazo social, poniendo en juego la última enseñanza de Lacan, donde lo imaginario, lo simbólico y lo real tienen pleno derecho y consistencia en la singularidad de cada sujeto que atendemos.

 

Comisión Científica:

Fabián Naparstek, Oliden Rubén López, Raúl Vera Barros