«SÍNTOMA Y PULSIÓN. LA ORIENTACIÓN POR LO REAL»

VIERNES 23 Y SÁBADO 24 DE OCTUBRE DE 2009

“Síntoma y pulsión, la orientación por lo real”, título de las XI Jornadas Anuales de la EOL Sección Rosario, nos invita a considerar al síntoma en su dimensión pulsional, más allá del inconsciente. En sus primeras elaboraciones, Freud reformuló la noción de inconsciente propia de su tiempo -disponible tanto en la literatura romántica como en la doctrina psiquiátrica del siglo XIX-, transformándolo en concepto fundamental en el Psicoanálisis, concepto que le permitió explicar la formación de síntomas.
Pero a poco de andar, ante las evidencias de la repetición, articuló al síntoma con un nuevo concepto: la “pulsión”. Así, cuatro textos freudianos demuestran la importancia que fue tomando la articulación síntoma-pulsión: “Tres ensayos”, “Pulsiones y sus destinos”, “Más allá del principio del placer” e “Inhibición, síntoma y angustia”. Cada uno de ellos muestra una reformulación de la concepción del síntoma, de la transferencia y de la misma concepción de la cura psicoanalítica, cuando la repetición más allá del principio del placer lo lleva a Freud a la “necesidad de castigo”, la “reacción terapéutica negativa”, el “masoquismo femenino”, el “masoquismo moral”, donde la satisfacción pulsional se hace evidente.
Jacques Lacan recorrió un camino semejante, comenzando por el síntoma en su relación con la verdad inconsciente para pasar a la fijeza de lo escrito, al sinthome como modo de gozar del inconsciente. Es el interés por lo real del síntoma. De los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, el de pulsión se demuestra como ocupando un lugar preponderante, empujando y conduciendo a los otros tres –inconsciente, repetición y transferencia. Se trata de esa función dinámica que persigue un fin: la satisfacción.
La pulsión es una demanda pura, exigente. Una exigencia del cuerpo. El síntoma le ofrece a la pulsión otra satisfacción: una satisfacción anómala, displacentera, en infracción con el principio del placer. La noción de “partenaire-síntoma” permite avanzar en la relación síntoma y pulsión, ya que el síntoma que permanece, el síntoma que no cambia, resulta ser el partenaire del sujeto.
A su vez, todo partenaire con el que se establece un lazo libidinal, resulta síntoma, en tanto tramita una manera de arreglárselas con lo imposible de la relación sexual. En la práctica psicoanalítica, la orientación por lo real tiene por condición el tomar distancia del encandilamiento que produce el inconsciente en su dimensión de verdades variables, que hace interminable la experiencia del análisis, en la construcción de una ficción de la que siempre se puede seguir esperando un detalle más.
La orientación por lo real resuelve una posible infinitización de los análisis, brindando las coordenadas para que la experiencia vaya estrechando, recortando un camino, un borde, donde se conjuguen ficción, semblante y real. Así, la formación del analista implica que esta orientación por lo real le permita contar con recursos para conmover la repetición mortífera, la fijeza pulsional y ofrecerle la oportunidad al analizante de vivir otro modo de gozar de su inconsciente, otro modo de vivir la pulsión.
También retomaremos la pregunta referida al fin de análisis: ¿se puede vivir la pulsión sin síntoma? “El pase le ofrece al sujeto la oportunidad de contar de qué modo aceptó la pulsión”, afirmaba Jacques-Alain Miller en su Curso “El banquete de los analistas”. En su último Curso, “Cosas de finura en psicoanálisis”, nos invita a considerar que “el efecto de ser, que se desprende del pase, es susceptible de procurar lo que he llamado una nueva alianza con el goce imposible de negativizar”(1)
Referirnos al síntoma supone recorrer el amplio abanico desde los síntomas sociales en que se encuentra preso el sujeto, pasando por la multiplicidad de síntomas y llegando a la singularidad del síntoma, en la perspectiva del “sinthome”.
(1): Miller, Jacques-Alain, Curso 2008-2009 Orientación Lacaniana IV, París, clase del 8 de abril de 2009 (inédito)

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