“Las parejas y sus goces”

26 de octubre 2013.

• Argumento:
J.A. Miller y E. Laurent han descripto a la civilización actual bajo la primacía del modo de gozar femenino: feminización del mundo dijeron. Caída del ideal y promoción del plus de goce.
¿De qué manera este cambio de paradigma afecta a los cuerpos, su goce, la relación entre los sexos y las nuevas configuraciones de parejas?

No hay pareja sin goce. Se podría usar esta frase casi como un universal.
Freud reúne tres breves escritos bajo el título de “Contribuciones a la psicología del amor”. En estos textos se puede ubicar como una de sus grandes preocupaciones elucidar las relaciones entre hombres y mujeres. Esto lo conceptualiza muchas veces bajo la forma de la elección de objeto amoroso, ubicando además a la mujer como enigma y puesta de fondo como orientadora de la elección amorosa.
Es en esta reunión de textos donde Freud plantea que el encuentro sexual es siempre fallido, que la elección de objeto está siempre marcada por la sustitución, ya que el objeto, está prohibido, porque está prohibido gozar de la madre.
Además, si estas dificultades no fueran suficientes, Freud no encuentra como definir a la mujer sino es en la perspectiva de la madre o de la Dirne.
Nos dice Miller, que en este punto Freud se vuelve lacaniano, en la medida que podría plantear que la mujer no existe. Existe la madre o la puta.
En definitiva, nos dice Freud que las condiciones de amor están determinadas por las condiciones de goce, y que la elección de objeto no puede ir en otro sentido.
Se trata claramente, de la satisfacción pulsional. Freud nos dejó indicado el concepto de la pulsión ubicándolo por fuera del campo de lo discursivo; él reconocía esto cuando planteaba “el silencio de las pulsiones”. Por otra parte mostró una lectura posible de lo pulsional en el síntoma, donde lo discursivo y lo pulsional son reconocibles juntos en el retorno de lo reprimido.
La cuestión central de la pulsión es la de su satisfacción y la de las condiciones de posibilidad de esta satisfacción, en tanto se trata de una satisfacción perdida, que podría haber existido.
En “Mas allá del principio del placer” Freud reformula su teoría de las pulsiones y ubica con el concepto de “pulsión de muerte” una satisfacción que se presenta en principio como paradojal. Este concepto ya está gestado en esa problemática satisfacción que es la del síntoma y que Freud mismo reelabora en “Inhibición, síntoma y angustia”
Entre otras cosas, nos preguntaremos en nuestra Jornada si el encuentro, siempre fallido sigue teniendo la misma condición de imposibilidad en la medida que en la época actual las condiciones de goce han variado y los objetos aparecen al alcance de la mano, ofreciéndose como adecuados, como posibles. Y si el objeto aparece como posible: ¿que será del amor?
Podemos pensar entonces, que se empareja con el objeto y que no habría pareja sin goce.
Si se pudiera formular una teoría de las parejas habría que plantear una teoría de los goces. Esto es lo que Lacan termina formalizando en los años 70. Lacan situará en los años 70 dos goces, según la manera en que un sujeto se inscriba en la función fálica: por un lado un goce todo fálico, cuyo prototipo es el goce de órgano masculino, cerrado al Otro, limitado y finito y, por otro, un goce no todo fálico o suplementario al goce fálico, no totalmente regulado por el falo, que se dirige al Otro y abre a lo ilimitado y al infinito.
Si el goce fálico es compartido por ambos sexos, el segundo es estrictamente femenino. Entre ambos sexos, entonces, no hay simetría al nivel del goce, sino por el contrario disparidad de goces. Y esto determinará la elección del sexo.
En el curso de Miller “El partenaire-síntoma” podemos apreciar ordenamiento de la enseñanza de Lacan y su formalización a partir de una teoría de las parejas.
Después del recorrido por el que nos conduce a través de esta teoría (pareja imaginaria, pareja simbólica y pareja del deseo), llega a escribir la pareja del goce con las mismas letras que la pareja del deseo $<>a; indicando que Lacan modifica el @ imaginario y lo desplaza al registro de lo real, como objeto parcial. Este objeto parcial es lo que dice Miller que merece ser calificado como plus de gozar y que a partir de aquí la pareja simbólica se esboza como pareja de goce.
Es entonces, una formalización de la sexuación lo que se pone en juego.
Esto mismo lo podemos ubicar en Freud, quien muestra el fracaso de toda programación a nivel sexual. En Sobre la degradación general de la vida erótica, Freud nos muestra que en relación al Otro sexo siempre terminamos encontrando al síntoma, ya sea la impotencia en el hombre o la necesidad de la prohibición del objeto en la mujer, equiparada a la degradación del objeto en el hombre.
Como se ve, el título de la Jornada nos plantea un amplio recorrido de trabajo si lo pensamos desde la perspectiva de la sexuación y del amor.
Para nuestra práctica, el amor es esencial, dando existencia al Otro y permitiendo que ese Otro pueda ser agujereado. En la medida que esté el Otro, también hablamos de condiciones de goce. ¿Cómo se articulan amor y goce en nuestra práctica?
Dice Lacan en L’Insu que el psicoanálisis es un autismo de a dos. Se puede abrir la pregunta acerca del goce que se juega en un análisis y por otro lado como a partir de este autismo puede plantearse un saber hacer con su síntoma, es decir, con su partenaire…pero esto ya nos pone en la perspectiva del Pase, perspectiva que también se abre en nuestra Jornada para formular la pareja analítica.

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