POR MARÍA DEL CARMEN ARIAS

Ocuparnos de los nuevos cuerpos y de las nuevas satisfacciones esta en relación con el principio de que un analista debe estar a la altura de la época en la que ejerce su práctica.

Se trata de sostener el psicoanálisis en una época en que la ciencia avanza aceleradamente y como resultado se excluye cada vez más la experiencia subjetiva.

Esto incide en la manera de concebir el cuerpo que deja de ser habitado por el deseo, por la invención, por el síntoma de cada uno, y pasa a ser considerado un objeto que puede ser formateado siguiendo un ideal de perfección.

Somos testigos de una gran variedad de maneras de concebir y tratar el cuerpo: con el culto a la imagen, como objeto de la genética, mortificado por los cortes y las cirugías, ausente en las formas de los lazos cibernéticos, reducido a ser solo un cerebro por las neurociencias, optimizado por la tecnología ya casi a la manera de lo que antes era ciencia ficción.

David Le Bretón[1], antropólogo y sociólogo francés, considerado uno de los popes de la antropología del cuerpo, destaca la tendencia en un mundo que pierde su humanidad sensible, donde la extrema conexión hace que la gente esté siempre ausente, fuera del lugar en el que está su cuerpo. La tecnología propone formas de conexión que liberan de lo corporal y producen cierto tipo de lazo: cada vez más conectados pero ausentes, aumentando la posibilidad de un pensamiento sin cuerpo.

Sin embargo, a partir de sus investigaciones, observa que para una gran cantidad de personas el cuerpo no representa ningún problema, el problema afecta a sociedades más desarrolladas, no a sociedades pobres.

Esto se puede asociar al mercado y a los consumidores. Se crea una diferencia: las mejoras, que algunos ya consideran como post-humanas, serán solo para aquellos que tengan el poder económico de adquirirlas haciendo aun más evidente la desigualdad.

Pero detrás de este ideal de perfección aparece el sin límites, el vamos por más, que hace trabajar a los comités de neuroética. ¡Hay que regular!…Intento sin resultados.

Vivimos en un mundo en el que estamos cada vez menos juntos pero más pegados. El universo de la mercancía atenta contra los lazos. El amor, la amistad se vuelven sentimientos cada vez más  difíciles de experimentar por la precariedad de los lazos afectivos.

¿Por qué tuvo tanto éxito la película “Her[2], que ganó el Oscar al mejor guión?

La mayoría de quienes la vieron aseguran haber visto lo que ya estamos viviendo, que podríamos resumirlo así:

Cada vez estamos más tiempo con nuestras computadoras y objetos tecnológicos emprendiendo así una carrera hacia la soledad absoluta.

Ante tantos cambios, Le Breton afirma que la única certeza que nos queda, es que vamos a morir. De allí que el cuerpo sea lo único que nos queda, lo único verdaderamente nuestro.

Jacques Alain Miller nos advierte que la práctica lacaniana juega su partida en relación a los nuevos reales que testimonia el discurso de la civilización hiper-moderna.

La civilización hiper-moderna está determinada por el discurso de la ciencia con sus avances tecnológicos, y por el discurso capitalista, promotor de consumidores; ambos dejan su impronta.

El discurso capitalista forcluye la castración de la que el amor depende para suplir el agujero de la relación sexual que no hay.

¿Qué viene al lugar del amor como lazo?, los gadgets, objetos tecnológicos.

El psicoanálisis juega su partida en la dimensión de un real que falla y que cada vez más carece de velos como el amor o los semblantes del matrimonio.

“La relación de los dos sexos entre sí se volverá cada vez mas imposible, y el uno –totalmente-solo será el standard post-humano[3].

El post-humanismo es una respuesta filosófica en un mundo donde cada vez es más difícil distinguir entre lo natural y lo artificial. El desarrollo tecnológico del último siglo deja al humanismo sin respuestas adecuadas ante la aparición de máquinas cada vez más poderosas y parecidas a los hombres, desde las muñecas inflables hasta los robots inteligentes.

A su vez surge la tendencia a mejorar y perfeccionar al hombre mediante los avances científicos.

La clasificación sujeto-objeto, hombre- máquina, cuerpo- alma ya no se sostiene de la misma manera.

Esto produce cambios en los lazos sociales y en las formas de satisfacción y conducen a lo que J. A. Miller llama el estándar post-humano.

En “El ser y el Uno[4] Miller dirá que no podemos contentarnos ya con hablar de sujeto, decir que la experiencia analítica se ubicaría solamente en la experiencia del sujeto de la palabra. Estamos obligados a poner el cuerpo.

El cuerpo no es considerado como un cuerpo que goza, como podría aparecer en el escenario porno, sino un cuerpo en tanto se goza de él. O sea, es la traducción lacaniana de lo que Freud designa como autoerotismo. No es el cuerpo que correspondería a la relación sexual, es un goce que no guarda la menor relación con la relación sexual.

La afirmación de Lacan, no hay relación sexual, repercute en la primacía del autoerotismo.

Por eso se trata de leer las tres proposiciones en forma correlativa, articuladas: el auto goce del cuerpo, el no hay relación sexual y el hay de lo Uno. Esta perspectiva imprime una dirección a la cura analítica y una escucha a la altura de la época.

Veamos algunos ejemplos.

Mucho se ha hablado de la asfixia autoerótica como forma de obtener una satisfacción sexual a partir de la disminución de la respiración durante la actividad sexual. Ha llegado a ser una práctica de muerte al pasarse el goce del límite de lo prudente. En los jóvenes se ha instalado como un juego, “shocking game” y la mayoría de las veces se practica en soledad.

Al actor David Carradaine, a quien se lo encuentra muerto en un hotel, se le diagnosticó muerte por asfixia autoerótica y a partir de la publicidad del caso se dieron a conocer otros.

Otro ejemplo a considerar es el de los jóvenes japoneses, cada vez menos interesados por las relaciones sexuales, con una baja de la natalidad.

Paradójicamente, las muñecas inflables que fabrican son cada vez más perfectas, cada vez consumen más pornografía y hay un aumento del consumo de juguetes eróticos.

Este es el anuncio del estándar post-humano. No hay relación sexual, cada vez parece más difícil la relación de los dos sexos entre s, pero sigue habiendo sexo, o sea goce, por eso nos ocupamos del cuerpo.

[1] David Le Bretón: “La era de los cuerpos formateados”. Entrevista en la Revista Ñ con motivo de su visita a Argentina

[2] Película dirigida por Spike Jonez. Año 2013.

[3] J.-A. Miller: Una fantasía. Revista Lacaniana Nº 3.

[4] J.-A. Miller: Curso 2011. Inédito

*María del Carmen Arias (Miembro EOL Sección Rosario . AMP).  Presentado en las XVI Jornadas Anuales Sección Rosario: Nuevos cuerpos. Nuevas satisfacciones. Respuestas del psicoanálisis  el 4 de Octubre de 2014, en la ciudad de Rosario.

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